22/7/08

La defensora del lago Baikal, la mayor Reserva de agua dulce de la Tierra

«El lago Baikal es uno de los ecosistemas más delicados y vulnerables del planeta, he dedicado toda mi vida a tratar de preservarlo y continuaré adelante con esa labor», afirma orgullosa Marina Rijvánova, cofundadora de la ONG «Onda ecológica del Baikal».

Acaba de recibir en San Francisco el premio Goldman por su contribución a la difícil tarea de mantener impoluto el peculiar lago siberiano.

Tras una enconada lucha a base de cartas al Kremlin, manifestaciones y recogida de firmas, Rijvánova y sus colegas lograron alterar hace dos años el trazado que había proyectado Transneft, la empresa dueña de toda la red de oleoductos de Rusia, para el conducto Siberia-Pacífico. Sus tuberías, en algunos puntos, deberían haber pasado a tan sólo 800 metros de la orilla del Baikal. Ahora deberán ser construidas cien kilómetros más allá.

La abnegada ecóloga logró movilizar a multitud de entidades rusas y extranjeras, a los especialistas de Greenpeace y a la UNESCO, organización que decidió en 1996 declarar el Baikal Patrimonio de la Humanidad. Las cosas no han sido fáciles para ella. Román Vazhenkov, coordinador del programa de Greenpeace para el Baikal, advierte que «cuando te interpones en el camino de Transneft o de cualquier otra empresa estatal, tienes que estar preparado para que los servicios secretos rusos te coloquen en su punto de mira».

Precisamente eso fue lo que sucedió. Tan pronto los activistas de «Onda Ecológica del Baikal» iniciaron sus acciones de protestas, aparecieron por sus oficinas agentes del Servicio Federal de Seguridad (FSB, ex-KGB). Lo registraron todo y se llevaron los ordenadores.
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