21/6/08

Jardín "El Capricho" de la Alameda de Osuna, Madrid

Los Osuna era una de las familias aristocráticas de más rancio abolengo. Cultivados en las artes, la música y la literatura adquieren, a finales del siglo XVIII, una finca en la villa de Alameda, con el objeto de alejarse de la ciudad y dar rienda suelta a sus gustos artísticos.

Jardineros, arquitectos y escenógrafos trabajaron en el embellecimiento de “El Capricho” bajo la supervisión de la propia Duquesa, que organizaba los espectáculos y juegos que en él tenían lugar. Para ello también se construyeron unas arquitecturas que se han dado en llamar efímeras. Estas edificaciones, denominadas “Caprichos”, tenían el fín de sorprender y tenían que ser descubiertas a lo largo del recorrido por el jardín ofreciendo a la aristocracia el placer del juego y el reencuentro con la naturaleza.

Entre todos estos elementos, los más característicos eran:

- El Abejero, que se construye para el estudio del comportamiento de las abejas, tema muy relacionado con las corrientes filosoficas mas avanzadas del siglo XVIII.

- La Ermita, construida con aspecto ruinoso y en la que vivió y murió fray Arsenio.

- El Casino de Baile, donde se organizaban fiestas y al que se accedía por medio de falúas que navegaban por la ría.

- El Embarcadero o Casa de Cañas, construido al estilo chinesco, muy de moda en aquella época.

- La Casa de la Vieja, una representación del mundo rural.

Además, el conjunto se completa con infinidad de elementos de agua de los que destaca un arroyo que divide el jardín de Norte a Sur y una ría con un lago en su parte final.

El XII Duque de Osuna fue el último miembro de la familia en ser propietario de “El Capricho”. Verdadero “dandy” de la época, al morir deja la casa ducal endeudada de tal manera que sus bienes tuvieron que venderse en pública subasta en 1896.

La Alameda fue adquirida en 1920 por la familia Baüer, que mantuvo el jardín en buen estado de conservación hasta que lo venden al finalizar la guerra civil. A partir de ese momento la finca queda totalmente abandonada hasta que el Ayuntamiento de Madrid se hace cargo de la propiedad en 1974 y empieza su restauración unos años después.

Actualmente sólo está abierto al público los sábados y domingos.
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