22/9/08

Peligros de las plantas alóctonas en Europa que se han triplicado en los últimos 25 años

Esta es la conclusión a la que han llegado científicos europeos tras analizar los datos procedentes de 48 países y regiones europeas. En total, 5.789 plantas fueron clasificadas como alóctonas, de ellas 2.843 procedían de fuera del continente y el resto había conseguido pasar a ecosistemas que no le eran propios dentro de las fronteras europeas. Estos datos contrastan con las 1.568 especies registradas como invasoras en el año 1980, de las que 580 habían venido del resto de Europa.

Según los investigadores, reunidos en un proyecto europeo para realizar inventarios de este tipo de especies (DAISIE), cada año logran introducirse en Europa seis nuevas especies. Los mayores índices de «ocupación» se han registrado en Bélgica, Reino Unido y República Checa. Reino Unido, Alemania y Bélgica presentan las mayores cifras de invasoras «naturalizadas», esto es, nuevas especies que han sido capaces de establecer poblaciones estables.

En este sentido, las especies nuevas de plantas más extendidas proceden todas de Norteamérica, como el erigerón de Canadá (Conyza canadensis), el tupinambo o patata de Jerusalén (Helianthus tuberosus) y la langosta negra. Más de tres cuartas partes de todas las nuevas especies de plantas fueron traídas a Europa de forma no intencionada, según los investigadores. España también presenta un alto índice de ocupación de plantas alóctonas. En total, se han identificado 933 especies foráneas, de las cuales 495 han conseguido establecer poblaciones y el resto se encuentran de forma casual.

Estas nuevas especies de plantas no sólo amenazan la flora nativa o autóctona, sino que pueden suponer un elevado coste económico para su erradicación y también por otros efectos que traen consigo. Tal es el caso de la hierba ambrosia común, procedente también de Norteamérica pero que se ha extendido ya por buena parte de Europa, incluido España. Su polen es uno de los alérgenos más agresivos, y estimaciones realizadas en Alemania revelan unos costes asociados a tratar los síntomas de la alergia en 70 millones de euros.

Toda esta nueva información, que se presentó la semana pasada en un congreso en Leipzig (Alemania), servirá para desarrollar nuevas estrategias y herramientas de protección de la biodiversidad. No en vano, en los últimos años las especies invasoras, tanto de plantas como de animales, se han convertido en la segunda causa de desaparición de la biodiversidad mundial, sólo por detrás de la pérdida del hábitat. De hecho, han sido la causa directa del 39 por ciento de las extinciones conocidas. Algunas no logran sobrevivir en un entorno a veces demasiado hostil, pero muchas consiguen instalarse en su nuevo hábitat.

Su gran capacidad de adaptación y proliferación y la ausencia de depredadores naturales son los factores que hacen que la mayoría de ellas acaben imponiéndose a las autóctonas. Además de la competencia por el alimento y el espacio, la predación directa, la introducción de enfermedades y parásitos y la transformación del hábitat son otras de las consecuencias de su invasión.

El inventario de plantas invasoras era el que faltaba para completar una base de datos de todas las especies invasoras que pueden encontrarse en Europa. Ahora, el proyecto DAISIE, por tanto, ha logrado documentar por primera vez todas las especies alóctonas conocidas en nuestro continente, una colección disponible en internet. Suman un total de 8.896, incluyendo plantas, hongos, invertebrados y vertebrados de los medios terrestre, acuático y marino. Pero entre éstos hay categorías, y la más clara es la que corresponde a los cien peores, por sus nefastos efectos.

Muchos de ellos se encuentran en España. Es el caso del mosquito tigre, procedente de Asia y que ha causado estragos en Cataluña y algunas zonas de Aragón; del visón americano, que desplaza al europeo de sus zonas habituales, o del cangrejo americano, que ha provocado muchos daños en nuestro parque nacional más emblemático, Doñana. En los últimos años, la mayor amenaza para nuestros ríos ha sido el mejillón cebra, que ha colonizado buena parte del curso del río Ebro. Este bivalvo es natural de las cuencas del mar Negro, Caspio y de Aral. En el litoral, la amenaza está en el sargazo, un alga parda que puede alcanzar hasta 2 metros de altura. Es nativa de Japón, China y Corea, y en la Península está presente en la costa atlántica desde Guipúzcoa hasta Figueira de Foz en Portugal, aunque se han observado algunos ejemplares en el Mediterráneo.
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