El uso de hidrógeno como sustituto de la gasolina es todavía un proceso experimental que no ha logrado vencer serios obstáculos tecnológicos.
Las celdas de combustible prometen ser una forma más limpia de utilizar el hidrógeno para generar energía mecánica en un futuro quizás no muy lejano.
En la actualidad la percepción del hidrógeno como opción energética es mucho más apariencia que realidad y sus costos mucho mayores que sus beneficios.
La producción de hidrógeno es la respuesta a los altos precios de la gasolina. Consiste en sustituir la gasolina importada en nuestros automóviles, por hidrógeno producido localmente a partir de fuentes renovables.
Se utilizaría energía renovable, para dividir el agua en sus componentes atómicos, hidrógeno y oxígeno, a través de un proceso que se conoce como electrólisis, y entonces utilizar el hidrógeno y los electrones asociados a él.
Pero, la segunda ley de la termodinámica nos enseña que se requiere más energía para romper una molécula que para formarla. Por cada 1 kilovatio hora de hidrógeno que produzcamos, necesitamos 1.3 kilovatios hora de electricidad para producirlo, siendo la diferencia abismal de capacidad energética en comparación con la gasolina.
Sin embargo el problema no termina aquí. Una cosa es la producción de hidrógeno, otra cosa es su transportación, almacenamiento y uso. Cada una de estas acciones conlleva también la inversión de energía. Por ejemplo, para obtener la equivalencia en energía de un tanque de 15 galones de gasolina, se necesita un tanque con 270 galones de hidrógeno gaseoso.Como resultaría poco práctico un tanque de este volumen, el próximo paso debería ser llevar el hidrógeno a su potencial de densidad máximo viable, que es licuarlo (convertirlo en líquido) Esta acción requiere más energía todavía, aproximadamente el 30% de la energía potencial contenida en el hidrógeno a licuarse.Cada galón de gasolina tiene la energía equivalente a 37 kilovatios hora. La licuación nos lleva a un tanque de unos 60 galones de hidrógeno líquido para almacenar la energía equivalente a un tanque de 15 galones de gasolina.
Como el hidrógeno no es una fuente de energía, sino un transmisor de ella, no podemos meramente usarlo directamente del tanque en los inyectores de los vehículos. Hay que utilizarlo para acumular carga en baterías y convertir su carro en uno eléctrico, o en uno híbrido. Considere el tamaño que su vehículo tendrá si tiene que añadirle un tanque de tamaño equivalente a cuatro tanques de los que tiene actualmente, más el espacio para baterías, invertidores y demás equipamiento necesario.
El hidrógeno tiene unas características físico-químicas que no lo hacen, digamos, muy seguro. Es 10 veces más inflamable y 20 veces más explosivo que la gasolina. Por lo tanto un accidente de un vehículo con un tanque de 60 galones lleno de hidrógeno puede causar una explosión que libere 1200 veces la energía que se liberaría en un accidente similar con un vehículo normal de gasolina.
Las consecuencias ambientales de la economía de hidrógeno son enormes. Por ejemplo, necesitaríamos generar unos 1,723 Megavatios hora adicionales al día para solamente producir el hidrógeno necesario para sustituir la gasolina que consumimos. Esta producción significa incrementar en 50% la generación actual diaria de electricidad en las horas de mayor demanda, u horas pico. Hemos demostrado que al menos con la tecnología actual, sería imposible generar esta energía eléctrica con la tecnología fotovoltaica, y no tenemos lugares suficientes con las condiciones apropiadas de viento para generarla por medios eólicos. Por lo tanto habría que incrementar la quema de combustibles fósiles en las plantas generatrices para reducir la quema de combustibles fósiles en los vehículos. Para colmo, por cada viaje que tiene que dar un camión tanque de gasolina al garaje para llenar los tanques, la cantidad equivalente de hidrógeno tendría que ser servida por 17 camiones.
Esta contradicción puede agravarse. De las 236 estaciones para servir hidrógeno en todo el mundo, sólo 10 de ellas producen el hidrógeno a partir del agua. El resto lo producen a partir de gasolina o gas natural, que al fin y al cabo son hidrocarburos. De hecho, la extracción de hidrógeno de la gasolina es el tipo de vehículo que proponen los fabricantes para el futuro. Dicho sea de paso, estas estaciones de servicio de hidrógeno casi todas se encuentran en California -recordemos que el gobernador Schwarzenegger es uno de los promotores principales del uso de hidrógeno- y casi todas son proyectos demostrativos y pertenecen a los fabricantes de vehículos de motor.
Las consecuencias económicas de la economía de hidrógeno son considerables. Los costos de transformación de gasolineras a hidroestaciones; los costos de transformación de los mismos vehículos; el incremento en la producción eléctrica para generar el hidrógeno; los costos de una nueva generación de tanques, puesto que el hidrógeno es tan pequeño que se escapa a través de las moléculas de los materiales que lo intentan contener; todo esto apunta a sumas billonarias.
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