26/2/09

Expo Universal de Orquídeas en Ecuador, el termómetro de la salud ambiental del planeta


Ecuador es el país en el planeta que más variedades de orquídeas posee: 4.215 especies, cifra oficializada en 2000 en Hannover durante la Exposición Internacional de Orquídeas y confirmada en Quito por expertos de 16 países que acudieron a la Expo Universal Orquídeas en esta capital.

Le sigue Brasil, con 3.800 especies, en un territorio cuya extensión supera con creces al de Ecuador.

La Expo Universal tuvo como uno de sus principales objetivos impulsar a Ecuador como el mejor destino turístico para observar orquídeas, y en el marco de esa meta, apoyar su conservación y promover el estudio e investigación de la planta.

Dentro de esta pequeña nación sudamericana es la provincia de Pichincha, cuya capital, como la del país, es Quito, la que tiene el mayor número de variedades de estas hermosas flores de la enorme familia del género Orchidaceae, la más variada de flores del planeta.

Las orquídeas son el 25 por ciento de las especies de flora de Ecuador y se distribuyen en las cuatro regiones: costa, sierra, Amazonia y Galápagos.

"Las orquídeas son el termómetro de la salud ambiental del planeta", dice Carolina Jijón, directora del Jardín Botánico de Quito, una de las organizadoras del encuentro mundial. Explica que al ser una de las especies más evolucionadas del mundo, las orquídeas pueden crecer en ramas, rocas, lava volcánica o cactus cuando el clima es seco.

Pueden ser tan grandes como un árbol o pequeñas como la cabeza de un alfiler, apunta el alcalde de Quito, Andrés Vallejo, quien fue orgulloso anfitrión de esta cita, en la que subrayó las notables especializaciones de polinización y los avanzados sistemas de almacenamiento de agua que contribuyen a su éxito en la lucha por la supervivencia.

Y es que las orquídeas, las "reinas de las flores", como se las conoce, son las flores más complejas del reino vegetal, según manifiesta Alexander Hirtz, quien representa a Ecuador en la Fundación Botánica de los Andes y ha realizado los más hermosos trabajos fotográficos referidos a orquídeas que se conozcan en esta nación.

La necesidad de sobrevivir de las orquídeas las han llevado a desarrollar estrategias de reproducción que no se ven en otros vegetales.

Producen el polen en sacos para que sea más fácil de transportar y para atraer a los insectos imitan olores: feromonas de la hembra para que, engañados, los machos que buscan reproducirse, transporten los sacos de polen; olor a carne descompuesta para que las moscas acudan a ellas; néctar también como otras flores.

De la amplia gama de especies de orquídeas que crecen en Ecuador se estima que 25 por ciento aún no han sido descritas. Al respecto acaba de celebrarse un acuerdo de cooperación científica entre la Universidad de Costa Rica y su Centro de Investigación de Orquídeas y la Universidad Alfredo Pérez Guerrero de Ecuador.

Este esfuerzo se enmarca en un proyecto aun más ambicioso que contempla reunir información para la investigación botánica de toda la región.

La ubicación estratégica de Ecuador, que combina el clima tropical y la altitud de los Andes, hace que este país posea, además de las orquídeas, una de las concentraciones más altas de biodiversidad en el mundo: en sus 24 zonas ecológicas tiene la segunda concentración mundial de aves y posee 20.000 especies de plantas vasculares.

Pero también tiene uno de los niveles más altos de deforestación en todo el planeta, lo que pone en peligro este importante valor de su naturaleza y otros más. La tasa anual de deforestación de Ecuador está entre 1,2 y 1,7 por ciento, una de las más altas de América Latina, de acuerdo con cifras oficiales.

Pese a ello, la orquídea es un termómetro de la conservación, reconocen los científicos. Si está presente en un ecosistema, significa que hay equilibrio en un ambiente de reproducción natural de la planta cada vez más restringido en Ecuador y en el resto del mundo, donde estas flores cosmopolitas y exuberantes se vuelven especies de invernadero y de coleccionistas y son muy restringidos los parajes en que se descubren en estado natural.

En su hábitat natural crecen enredadas en las ramas de los árboles, en rocas, sobre la lava, haciendo gala de extraordinaria capacidad de adaptación.

Ahí están todavía, fuera de los invernaderos. Aún las hay y en abundancia, esa es la tranquilidad pero a la vez el reto de la conservación y del cuidado del ambiente. Así lo entienden los expertos en la materia y lo asumen: lo importante será lograr el compromiso del resto de la humanidad.
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1 comentario:

M. Clive dijo...

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saludos,
mateo