Limita con la provincia de Almería. Una de las sendas más atractivas, paisajísticamente hablando, es la que une el albergue con el pueblo almeriense de Topares. Una ruta muy recomendable para hacer en bicicleta. En la orografía de la pedanía destaca el Macizo de la Culebrina o más comúnmente la Sierra del Gigante, perteneciente a las Cordilleras Béticas y con una flora en la que aparecen formaciones arbóreas de pinares, chaparros y álamos. El bosque bajo es el clásico mediterráneo con abundancia de romero, coscoja, y tomillo.
Su fauna también es variada. Se habla de la existencia en la zona de jabalíes, gatos monteses, águilas perdiceras, búhos reales y halcones peregrinos, además de buitres leonados que de vez en cuando se asoman por los cañones del río Luchena. Un cauce con 16 kilómetros de longitud que desemboca en el Guadalentín y que en los últimos años no ha estado exento de polémica por su sobreexplotación para obtener agua para el regadío. Acudir al nacimiento del Luchena y sentarse, sin más obligación que disfrutar del entorno, es un lujo para los sentidos.
En Culebrina no hay prácticamente nadie a pesar de que con sus 83 kilómetros cuadrados de superficie es la segunda diputación más extensa del término municipal además de la más despoblada. Nadie desde hace más de dos décadas. La densidad de población se ha ido reduciendo hasta los 0,1 habitantes por kilómetro cuadrado. Como no vive nadie, es uno de esos lugares a los que los lorquinos suelen ir a pasar el día ya que cuenta con importantes parajes dotados de mobiliario para el ocio, tales como atracciones infantiles, mesas para comer y barbacoas, ya en desuso para evitar incendios. Las más conocidas son las del Collado de Carasoles, el albergue de Casa Iglesias y zonas próximas al pantano de Valdeinfierno.
Culebrina es en su mayor parte una zona de especial protección de aves (Zepa), y no es para menos. Sus paisajes no tienen nada que envidiar a los que habitualmente se venden al público como un reclamo. La pureza que aún conservan sólo se ve alterada por las canteras. Grandes rocas de color blanco que rompen la estructura del relieve. Una combinación de blanco y verde, la lucha de la naturaleza por conservar la parte que el hombre se apropia.
El Pantano de Valdeinfierno forma parte de Culebrina. Fue construido en el año 1791 para paliar los efectos de las lluvias torrenciales. A su entorno acuden cada fin de semana familias y grupos de amigos con intención de disfrutar de la montaña que aún queda.
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23/3/09
El Macizo de la Culebrina, una de las sendas más atractivas, paisajísticamente hablando
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