18/10/09

¿Qué ocurre en Las Tablas de Daimiel, Ciudad Real?

El Ministerio de Medio Ambiente estudia usar la tubería que se está construyendo desde el trasvase Tajo-Segura para aportar caudales a Las Tablas de Daimiel, un ecosistema aún reserva de la biosfera.


El trasvase se haría en enero, "puesto que ahora hay mucha sequía y el rendimiento sería pequeño", indicó a Europa Press José María Macías, presidente de la Confederación Hidrográfica del Tajo.

Mientras, los técnicos del parque siguen trabajando para controlar el incendio de la turba. La aparición de grietas facilita que entre en el subsuelo aire que alimenta la combustión. En 1986, un fuego en la superficie ya alcanzó la turba.

Hasta aquí llegaba el agua, hasta la misma casa", cuenta Julio Escuderos, de 81 años, una de las últimas personas que han vivido de la biodiversidad de Las Tablas de Daimiel, en Ciudad Real. Julio sube los peldaños que conducen a la terraza de la finca La Esperanza, junto a los límites del parque nacional de Las Tablas de Daimiel, para mostrar que las lagunas que surcaba con su barca son ahora un secarral. Unos terrenos polvorientos se asientan en lo que hasta la década de los 70 eran fértiles humedales. La familia Escudero vivió sin estrecheces gracias al boyante negocio del cangrejo, que complementaba con la pesca de lucios, barbos, carpas, rasillas, cachuelos...

Si hay trasvase, será en enero¿Ve allí el Guadiana? –señala un punto delante de la finca–. Cuando llegaba el invierno, bajaban hasta cuatro o cinco metros de agua". Ahora, ni Guadiana, ni peces, ni cangrejos. Ni rastro de agua. Julio Escuderos no reconoce Las Tablas de Daimiel, un parque nacional agonizante pendiente de que decisiones políticas le den una bocanada de aire o acaben de rematarlo.

Los miles de pozos ilegales construidos para alimentar la revolución agrícola emprendida en los 70 y la autocombustión de la turba del subsuelo han llevado al parque a una situación límite. "En 20 años se ha pasado de 30.000 a 180.000 hectáreas de regadío", resume Carlos Ruiz, director del parque. Los cultivos de maíz, remolacha y, más recientemente, de viña a goteo han secado ese oasis que era el acuífero 23, una suerte de laguna subterránea de 5.500km2entre las provincias de Ciudad Real, Cuenca y Albacete. El agua también dejó de manar por los Ojos del Guadiana en 1986.

La situación empeoró este verano cuando la turba, restos vegetales acumulados durante miles de años, empezó a arder a causa de la sequía. El subsuelo está en llamas, y Las Tablas requiere una solución de urgencia que, según anunció esta semana el secretario de Estado de Medio Rural y Marino, Josep Puxeu, podría pasar por la aportación de caudales a través de la tubería que se está construyendo desde el trasvase Tajo-Segura para abastecer a los municipios del llano manchego.

Hasta el momento, todos los trasvases a Las Tablas se han realizado a través del río Gigüela; el último, un fracaso, pues sólo llegó al parque un 3,5% de los 20 hectómetros cúbicos del caudal desembalsado. ¿Por qué? El agua se filtró por el cauce del Gigüela, y la época en la que se efectuó era poco propicia, entre los pasados mayo y junio, con elevados niveles de evaporación. "En cambio, en el 2004, el trasvase se produjo en enero y llegó el ciento por ciento del caudal, el parque se recuperó y permaneció encharcado hasta mayo del 2005. Ahora sumamos cuatro años con Las Tablas secas", lamenta Carlos Ruiz.

Turistas, jubilados y escolares siguen llegando a Daimiel en busca de lo que fue un ecosistema único. De las 1.700 hectáreas encharcadas, ahora apenas hay diez con agua, menos del 1%. "¿Dónde están las lagunas?", se preguntan los visitantes. Apenas un puñado de patos azulones chapotean junto a la isla del Pan. La rica biodiversidad está en vías de extinción; las aves pasan de largo en busca de parajes más húmedos. "Se pueden ver más pájaros junto a la depuradora de Ciudad Real, que vierte al Guadiana, que en Las Tablas", denuncia José Manuel Hernández, de Ecologistas en Acción y miembro del patronato del parque nacional.

"La supervivencia de Las Tablas no es viable sin la recuperación del acuífero 23, sin la restauración del funcionamiento de un ecosistema, de la confluencia de las aguas dulces del Guadiana y las saladas del Gigüela. En todo caso, para recuperar Las Tablas necesitamos 30 años", afirma José Jiménez, director del organismo Parques Nacionales.

"La única solución es el uso racional del agua y controlar su calidad: en el 2004 hubo un vertido de caudales contaminados que llegó al parque; lo mismo ocurrió en 1989 y 1997. El ecosistema cada vez está peor, primero se secó, ahora se quema, se contamina por pesticidas... Este parque sufre desde que se creó", comenta Santos Cirujano, investigador del CSIC.

Las medidas emprendidas para mitigar los daños se han revelado insuficientes. Para José Manuel Hernández, "el plan Especial del Alto Guadiana - que prevé salvar el acuífero comprando derechos de agua y terrenos agrícolas-es una estafa; se han presupuestado 52 millones de euros para legalizar miles de pozos ilegales". Este plan pretende desviar a Las Tablas parte del agua que extraen los pozos ilegales para regar campos. Pero, de momento, los resultados no son visibles. "Aquí, la agricultura tiene mucha fuerza, la Junta de Castilla-La Mancha nunca se ha tomado en serio limitar la capacidad de riego", añade.

A la espera de una decisión política en un tema tan delicado como el agua, la metamorfosis de Las Tablas no cesa. Un humedal se está transformando en un ecosistema terrestre. Cuando Julio salía a pescar podía escoger entre una gran variedad de especies, "y cuando queríamos carne cazábamos ánades, los había a miles". Ahora, el emblemático pato colorado cede terreno a la liebre.
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