El ambicioso pero polémico proyecto anunciado hace cuatro años por el Ministerio de Fomento ya es una realidad. La mayor cantera submarina de España, como ya la han denominado los colectivos ecologistas, comenzará a dar sus primeros pasos en Muskiz tras la llegada prevista de dos buques draga entre mañana y el jueves al Puerto de Bilbao. El objetivo del Gobierno central es arrebatar del fondo del mar hasta diez millones de metros cúbicos de arena, suficientes para llenar 300 estadios de fútbol.
En la primera etapa de esta faraónica operación «se extraerán dos millones de metros cúbicos», según reveló ayer el concejal de Medio ambiente en Muskiz, Marcos Cucó.
El operativo desató todas las alarmas en su presentación. Ahora, con su puesta en marcha, la preocupación es máxima. El Ayuntamiento de Muskiz, de hecho, teme los posibles efectos que el masivo dragado podría desencadenar en la cercana playa de La Arena. «Tenemos miedo. El sistema dunar más importante de Euskadi está aquí, las dunas se nutren también de esa arena sumergida, y nadie garantiza que en un futuro esta obra no tenga consecuencias en nuestro entorno de ocio», advirtió Cucó, quien también exigió que se haga una reflexión más profunda sobre esta cantera submarina.
El yacimiento de 208 hectáreas se localiza a tan sólo 1,3 kilómetros de distancia de la playa de La Arena, única en la zona y la más frecuentada de toda Vizcaya, con cerca de un millón de bañistas cada año. Además, el Gobierno vasco ya advirtió en su día de que la succión implicaba remover sedimentos altamente contaminados, como confirmó el informe de impacto ambiental elaborado al respecto, y que permitió detectar «la presencia de hidrocarburos, cinc, coliformes y estreptococos fecales, así como trazas de cadmio y plomo en la zona, por el vertido de metales pesados derivados del petróleo y aguas fecales». Así, la salud de los bañistas sustenta otra de las inquietudes del Ayuntamiento de la localidad minera.
Pese a todo, el citado informe que daba luz verde a la obra mantenía que el proyecto «no presenta impactos ecológicos significativos» y que «no habrá afecciones a la playa de La Arena, que conservará la misma dinámica litoral», sin pérdida de sedimento, ni hundimiento.
Los dos barcos que empezarán a maniobrar de manera inminente en la zona son el 'Filippo Brunelleschi', una draga de succión de 11.300 metros cúbicos de capacidad, doble propulsión y 139 metros de eslora construida por el grupo Izar en el astillero de Sestao para el armador belga Jan de Nul, y el buque especializado 'Gerardus Mercator', con 153 metros de eslora y un volumen de cántara de 18.000 metros cúbicos, construido en 1997 para el mismo armador.
El material total que recojan ambas embarcaciones, equiparable a las tierras sobrantes que se estima generará la construcción de la autopista 'Supersur', será utilizado después, de forma escalonada, como relleno en las sucesivas obras de ampliación del Superpuerto. La profundidad mínima del dragado es de 19 metros y la máxima, de 43. Ambos cuentan con unas dimensiones fuera de lo común.
Según figura en el boletín del Puerto de Bilbao, el 'Gerardus Mercator' llegará mañana y, sólo un día después, lo hará el 'Filippo Brunelleschi', capaz de dragar por medio de una tubería de succión, situada en la banda de estribor, y depositar el material recogido dentro de la cántara o devolverlo al mar, además de bombear la arena desde el depósito a tierra.
La competencia del área en el que ambos buques trabajarán corresponde desde hace tres años al Superpuerto, después de que tramitara una complicada ampliación de los espacios portuarios. Esta circunstancia deja prácticamente sin opción a réplica tanto al Ayuntamiento de Muskiz como a su vecino de Zierbena, que se reparten la responsabilidad de la playa de La Arena hasta donde alcanza la bajamar. «Solicitamos una reunión con la Autoridad Portuaria para que arrojasen algo de luz sobre nuestros temores, pero nos comunicaron que no había motivo para mantener un encuentro», denunció Cucó.
Esta tarde, la comisión del área de Medio Ambiente de Muskiz se reunirá para «analizar el inminente nicio de las obras en la costa y las posibles medidas que sería necesario llevar a cabo para analizar su impacto e intentar frenarlo». Hay un precedente que les preocupa sobremanera. El pasado mes de mayo, una mancha marrón localizada a un kilómetro del arenal desató la preocupación entre los responsables municipales. En aquella ocasión se trataba de la draga 'Cristóbal Colon', que estaba siendo construida en La Naval, que faenaba sin permiso en la zona para probar su maquinaria antes de partir a Dubai, donde iba a trabajar en la creación de sus islas artificiales.
Vía>>
15/12/09
Sin opción de réplica para la mayor cantera submarina de España
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Impacto Ambiental
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Los Verdes han trasladado al Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino el problema de la pérdida de arena en la playa de San Lorenzo originado por la obra de ampliación del puerto de El Musel. El partido ecologista, uno de los socios minoritarios del Gobierno regional, ha decidido dar este paso después de que tanto el Ejecutivo autonómico que preside Vicente Álvarez Areces como la Autoridad Portuaria de Gijón se hayan negado reiteradamente a facilitarles la información que habían solicitado sobre los dragados de arena en la bahía para usarla como relleno de la obra portuaria. Los Verdes no han recibido contestación a las preguntas formuladas a la Consejería de Medio Ambiente y al Puerto.
Ante la ocultación de estos informes, el portavoz en Asturias de Los Verdes se ha dirigido a la Secretaría General para la Prevención de la Contaminación y el Cambio Climático (que autorizó los dragados para la obra de El Musel), para pedir explicaciones por la pérdida de arena en la principal playa gijonesa, en especial en sus escaleras centrales. Los Verdes piden explicaciones sobre por qué se está produciendo este fenómeno, cuando en los estudios medioambientales que presentó la Autoridad Portuaria para que el Ministerio autorizara la ejecución de la obra se aseguraba que el efecto iba a ser el contrario; la ganancia de arena en el centro y el este de la playa. Sólo se preveía el desplazamiento de arena de la zona del Piles hacia el otro extremo de la playa. Lo que se está produciendo es una pérdida de arena en toda la playa.
Juan Ignacio González pide ahora al Ministerio «información acerca del estado de ejecución de las obras de dragado. Si siguen adelante a pesar de los impactos que están causando en el arenal, o si, por el contrario, han sido suspendidas cautelarmente, o detenidas por haberse concluido el desarrollo proyectado de las mismas».
Lo extraño para los ecologistas es que lo que está ocurriendo, en realidad, no cuadra con los estudios presentados tanto para la obra como para los dragados. En la declaración de impacto ambiental de los dragados para la obra de El Musel se indica que «las (playas) de Xivares y San Lorenzo sufrirán ligeros cambios, aunque no serán significativos en el patrón de transporte de sedimentos. Por tanto, no se afectará apreciablemente a la morfología de las playas», por lo que concluye que «el impacto es compatible».
En otro estudio, el de valoración de impactos de la propia obra de ampliación de El Musel se indicaban como previsiones respecto a los cambios en la playa de San Lorenzo «un retroceso máximo de 12 a13 metros en el extremo oriental de la playa, mientras que el avance del extremo opuesto de la playa sería de unos 8 metros aproximadamente». Asimismo, en el resumen informativo del estudio de nuevas variantes de ampliación del puerto de Gijón se prevé ese mismo basculamiento en el arenal, del Este hacia al Oeste. Como medida correctora se planteó la aportación de 155.000 metros cúbicos de arena a la playa.
González pide ahora al Ministerio una «justificación del incumplimiento de las previsiones detalladas en todos los estudios previos» y también que aclare si se ha tomado alguna medida o se va a tomar para reparar la alteración causada a la playa de San Lorenzo, que es «el recurso singular que más aporta al PIB de la ciudad de Gijón, teniendo en cuenta la actividad turística que genera», por lo que «la destrucción o degradación de dicho recurso tendría graves consecuencias sobre la economía de la ciudad».
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